martes, 1 de octubre de 2019

ARTE CONTEMPORANEO EN LATINO AMERICA

ARTE CONTEMPORANEO EN LATINO AMERICA 

A través de la integración de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales pueblos latinoamericanos, desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por hacer un arte ambiental que consiguiese comunicar un efecto monumental. Tras la conquista española, esta tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo incuestionable, especialmente a partir de 1950. Entre los ejemplos más espectaculares se hallan las universidades de México y Caracas y la ciudad de Brasilia (la nueva capital de Brasil), un primer símbolo del espíritu fidedigno del arte y arquitectura contemporáneas en Latinoamérica. México emerge como centro del mundo artístico latinoamericano en la primera mitad del siglo XX. Entre sus múltiples expresiones artísticas merecen una mención especial los muralistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, en una línea figurativa y didáctica que difunde una aseveración cultural nacionalista y unas manifestaciones políticas revolucionarias. Con posterioridad a 1945 los artistas se manifestaron más interesados por los estilos de la vanguardia internacional que por un mantenimiento de los estilos característicos de la nación, como muestra la obra pionera del uruguayo Joaquín Torres García (Compolugarn symétrique universelle en blanc et noir, 1931, Malba, Colección Costantini). Numerosos artistas se sintieron atraídos por Nueva York o París, como los venezolanos Marisol Escobar y Jesús Rafael Soto, destacado ejemplo del arte cinético. La pintura y la escultura latinoamericanas del siglo XX se han caracterizado por un continuo coloquio entre lo figurativo y lo abstracto, lo nacional y lo internacional. En los últimos tiempos, el arte latinoamericano ha conseguido una proyección internacional espectacular, como exhiben los triunfos comerciales del mexicano Rufino Tamayo, el chileno Roberto Matta Echaurren o el colombiano Fernando Botero (Los viudos, 1968, Malba, Colección Costantini). El artista chileno Roberto Matta es uno de los pintores más prominentes de su país por sus contactos con los mundos artísticos parisino y neoyorquino. Su obra suele incluirse dentro de la corriente surrealista, aunque igualmente hizo incursiones en el arte abstracto.

Fuente original: Escuelapedia.com
A través de la integración de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales pueblos latinoamericanos, desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por hacer un arte ambiental que consiguiese comunicar un efecto monumental. Tras la conquista española, esta tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo incuestionable, especialmente a partir de 1950. Entre los ejemplos más espectaculares se hallan las universidades de México y Caracas y la ciudad de Brasilia (la nueva capital de Brasil), un primer símbolo del espíritu fidedigno del arte y arquitectura contemporáneas en Latinoamérica. México emerge como centro del mundo artístico latinoamericano en la primera mitad del siglo XX. Entre sus múltiples expresiones artísticas merecen una mención especial los muralistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, en una línea figurativa y didáctica que difunde una aseveración cultural nacionalista y unas manifestaciones políticas revolucionarias. Con posterioridad a 1945 los artistas se manifestaron más interesados por los estilos de la vanguardia internacional que por un mantenimiento de los estilos característicos de la nación, como muestra la obra pionera del uruguayo Joaquín Torres García (Compolugarn symétrique universelle en blanc et noir, 1931, Malba, Colección Costantini). Numerosos artistas se sintieron atraídos por Nueva York o París, como los venezolanos Marisol Escobar y Jesús Rafael Soto, destacado ejemplo del arte cinético. La pintura y la escultura latinoamericanas del siglo XX se han caracterizado por un continuo coloquio entre lo figurativo y lo abstracto, lo nacional y lo internacional. En los últimos tiempos, el arte latinoamericano ha conseguido una proyección internacional espectacular, como exhiben los triunfos comerciales del mexicano Rufino Tamayo, el chileno Roberto Matta Echaurren o el colombiano Fernando Botero (Los viudos, 1968, Malba, Colección Costantini). El artista chileno Roberto Matta es uno de los pintores más prominentes de su país por sus contactos con los mundos artísticos parisino y neoyorquino. Su obra suele incluirse dentro de la corriente surrealista, aunque igualmente hizo incursiones en el arte abstracto.

Fuente original: Escuelapedia.com
A través de la integración de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales pueblos latinoamericanos, desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por hacer un arte ambiental que consiguiese comunicar un efecto monumental. Tras la conquista española, esta tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo incuestionable, especialmente a partir de 1950. Entre los ejemplos más espectaculares se hallan las universidades de México y Caracas y la ciudad de Brasilia (la nueva capital de Brasil), un primer símbolo del espíritu fidedigno del arte y arquitectura contemporáneas en Latinoamérica. México emerge como centro del mundo artístico latinoamericano en la primera mitad del siglo XX. Entre sus múltiples expresiones artísticas merecen una mención especial los muralistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, en una línea figurativa y didáctica que difunde una aseveración cultural nacionalista y unas manifestaciones políticas revolucionarias. Con posterioridad a 1945 los artistas se manifestaron más interesados por los estilos de la vanguardia internacional que por un mantenimiento de los estilos característicos de la nación, como muestra la obra pionera del uruguayo Joaquín Torres García (Compolugarn symétrique universelle en blanc et noir, 1931, Malba, Colección Costantini). Numerosos artistas se sintieron atraídos por Nueva York o París, como los venezolanos Marisol Escobar y Jesús Rafael Soto, destacado ejemplo del arte cinético. La pintura y la escultura latinoamericanas del siglo XX se han caracterizado por un continuo coloquio entre lo figurativo y lo abstracto, lo nacional y lo internacional. En los últimos tiempos, el arte latinoamericano ha conseguido una proyección internacional espectacular, como exhiben los triunfos comerciales del mexicano Rufino Tamayo, el chileno Roberto Matta Echaurren o el colombiano Fernando Botero (Los viudos, 1968, Malba, Colección Costantini). El artista chileno Roberto Matta es uno de los pintores más prominentes de su país por sus contactos con los mundos artísticos parisino y neoyorquino. Su obra suele incluirse dentro de la corriente surrealista, aunque igualmente hizo incursiones en el arte abstracto.

Fuente original: Escuelapedia.com
A través de la integración de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales pueblos latinoamericanos, desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por hacer un arte ambiental que consiguiese comunicar un efecto monumental. Tras la conquista española, esta tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo incuestionable, especialmente a partir de 1950. Entre los ejemplos más espectaculares se hallan las universidades de México y Caracas y la ciudad de Brasilia (la nueva capital de Brasil), un primer símbolo del espíritu fidedigno del arte y arquitectura contemporáneas en Latinoamérica. México emerge como centro del mundo artístico latinoamericano en la primera mitad del siglo XX. Entre sus múltiples expresiones artísticas merecen una mención especial los muralistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, en una línea figurativa y didáctica que difunde una aseveración cultural nacionalista y unas manifestaciones políticas revolucionarias. Con posterioridad a 1945 los artistas se manifestaron más interesados por los estilos de la vanguardia internacional que por un mantenimiento de los estilos característicos de la nación, como muestra la obra pionera del uruguayo Joaquín Torres García (Compolugarn symétrique universelle en blanc et noir, 1931, Malba, Colección Costantini). Numerosos artistas se sintieron atraídos por Nueva York o París, como los venezolanos Marisol Escobar y Jesús Rafael Soto, destacado ejemplo del arte cinético. La pintura y la escultura latinoamericanas del siglo XX se han caracterizado por un continuo coloquio entre lo figurativo y lo abstracto, lo nacional y lo internacional. En los últimos tiempos, el arte latinoamericano ha conseguido una proyección internacional espectacular, como exhiben los triunfos comerciales del mexicano Rufino Tamayo, el chileno Roberto Matta Echaurren o el colombiano Fernando Botero (Los viudos, 1968, Malba, Colección Costantini). El artista chileno Roberto Matta es uno de los pintores más prominentes de su país por sus contactos con los mundos artísticos parisino y neoyorquino. Su obra suele incluirse dentro de la corriente surrealista, aunque igualmente hizo incursiones en el arte abstracto.

Fuente original: Escuelapedia.com
 El arte latinoamericano es diferente al resto de los países; su esencia no se basa ni se centra en las corrientes artísticas mundiales, más bien, tiene su propio flujo y camino. El curador del Museo de Arte Moderno de Nueva York, Luis Pérez-Oramas asegura que deberíamos considerar llamar al arte contemporáneo latinoamericano de una forma distinta a alternativo, pues se convierte en la fascinación europea de siempre.
Sin embargo, aunque es verdad que el arte latinoamericano impregna su sello, también es cierto que, cada vez de manera más global, en esta región también se mezclan características que se retoman de todos lados para crear nuevas tendencias que impactarán de manera más profunda en esta región que en cualquier otra. Te presentamos a algunos artistas latinoamericanos contemporáneos que en su disciplina rompen las barreras de lo establecido.

 Gabriel Orozco, México

artistas de latinoamérica
Nacido en Veracruz, México, Gabriel Orozco es indudablemente, el artista contemporáneo mexicano más reconocido en el exterior. Su nombre aparece en los libros de historia del arte más prestigiados y su obra ha sido expuesta en decenas de lugares alrededor del mundo, incluyendo la Serpentine Gallery y el Modern Tate, ambos en Londres, o el Centre Georges Pompidou en París.

 Margarita Dittborn, Chile
Margarita Dittborn
Esta fotógrafa y artista visual chilena es una autodidacta que realiza fotomontajes digitales basados en citas a la historia del arte y de América; utiliza maquetas, personas, objetos y animales. Ha sido incluida en el libro Younger than Jesus publicado por el New Museum de Nueva York como una de las 500 mejores artistas jóvenes del mundo.

 A77, Argentina
a77
Los arquitectos Gustavo Diéguez y Lucas Gilardi tienen su estudio a77, en el que crean proyectos con sus propias manos con objetos de uso cotidiano y materiales reciclados. Se especializan en el desarrollo de trabajos de vivienda experimental y diseño. En sus proyectos yuxtaponen sus conocimientos en arte contemporáneo, urbanismo y arquitectura mediante la producción de dispositivos constructivos y dinámicas sociales.
A través de la integración de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales pueblos latinoamericanos, desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por hacer un arte ambiental que consiguiese comunicar un efecto monumental. Tras la conquista española, esta tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo incuestionable, especialmente a partir de 1950. Entre los ejemplos más espectaculares se hallan las unive

Fuente original: Escuelapedia.com
A través de la integración de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales pueblos latinoamericanos, desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por hacer un arte ambiental que consiguiese comunicar un efecto monumental. Tras la conquista española, esta tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo incuestionable, especialmente a partir de 1950.

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A través de la integración de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales pueblos latinoamericanos, desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por hacer un arte ambiental que consiguiese comunicar un efecto monumental. Tras la conquista española, esta tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo incuestionable, especialmente a partir de 1950. Entre los ejemplos más espectaculares se hallan las universidades de México y Caracas y la ciudad de Brasilia (la nueva capital de Brasil), un primer símbolo del espíritu fidedigno del arte y arquitectura contemporáneas en Latinoamérica. México emerge como centro del mundo artístico latinoamericano en la primera mitad del siglo XX. Entre sus múltiples expresiones artísticas merecen una mención especial los muralistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, en una línea figurativa y didáctica que difunde una aseveración cultural nacionalista y unas manifestaciones políticas revolucionarias. Con posterioridad a 1945 los artistas se manifestaron más interesados por los estilos de la vanguardia internacional que por un mantenimiento de los estilos característicos de la nación, como muestra la obra pionera del uruguayo Joaquín Torres García (Compolugarn symétrique universelle en blanc et noir, 1931, Malba, Colección Costantini). Numerosos artistas se sintieron atraídos por Nueva York o París, como los venezolanos Marisol Escobar y Jesús Rafael Soto, destacado ejemplo del arte cinético. La pintura y la escultura latinoamericanas del siglo XX se han caracterizado por un continuo coloquio entre lo figurativo y lo abstracto, lo nacional y lo internacional. En los últimos tiempos, el arte latinoamericano ha conseguido una proyección internacional espectacular, como exhiben los triunfos comerciales del mexicano Rufino Tamayo, el chileno Roberto Matta Echaurren o el colombiano Fernando Botero (Los viudos, 1968, Malba, Colección Costantini). El artista chileno Roberto Matta es uno de los pintores más prominentes de su país por sus contactos con los mundos artísticos parisino y neoyorquino. Su obra suele incluirse dentro de la corriente surrealista, aunque igualmente hizo incursiones en el arte abstracto.

Fuente original: Escuelapedia.com
A través de la integración de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales pueblos latinoamericanos, desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por hacer un arte ambiental que consiguiese comunicar un efecto monumental. Tras la conquista española, esta tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo incuestionable, especialmente a partir de 1950. Entre los ejemplos más espectaculares se hallan las universidades de México y Caracas y la ciudad de Brasilia (la nueva capital de Brasil), un primer símbolo del espíritu fidedigno del arte y arquitectura contemporáneas en Latinoamérica. México emerge como centro del mundo artístico latinoamericano en la primera mitad del siglo XX. Entre sus múltiples expresiones artísticas merecen una mención especial los muralistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, en una línea figurativa y didáctica que difunde una aseveración cultural nacionalista y unas manifestaciones políticas revolucionarias. Con posterioridad a 1945 los artistas se manifestaron más interesados por los estilos de la vanguardia internacional que por un mantenimiento de los estilos característicos de la nación, como muestra la obra pionera del uruguayo Joaquín Torres García (Compolugarn symétrique universelle en blanc et noir, 1931, Malba, Colección Costantini). Numerosos artistas se sintieron atraídos por Nueva York o París, como los venezolanos Marisol Escobar y Jesús Rafael Soto, destacado ejemplo del arte cinético. La pintura y la escultura latinoamericanas del siglo XX se han caracterizado por un continuo coloquio entre lo figurativo y lo abstracto, lo nacional y lo internacional. En los últimos tiempos, el arte latinoamericano ha conseguido una proyección internacional espectacular, como exhiben los triunfos comerciales del mexicano Rufino Tamayo, el chileno Roberto Matta Echaurren o el colombiano Fernando Botero (Los viudos, 1968, Malba, Colección Costantini). El artista chileno Roberto Matta es uno de los pintores más prominentes de su país por sus contactos con los mundos artísticos parisino y neoyorquino. Su obra suele incluirse dentro de la corriente surrealista, aunque igualmente hizo incursiones en el arte abstracto.

Fuente original: Escuelapedia.com
través de la integración de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales pueblos latinoamericanos, desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por hacer un arte ambiental que consiguiese comunicar un efecto monumental. Tras la conquista española, esta tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo incuestionable, especialmente a partir de 1950. Entre los ejemplos más espectaculares se hallan las universidades de México y Caracas y la ciudad de Brasilia (la nueva capital de Brasil), un primer símbolo del espíritu fidedigno del arte y arquitectura contemporáneas en Latinoamérica. México emerge como centro del mundo artístico latinoamericano en la primera mitad del siglo XX. Entre sus múltiples expresiones artísticas merecen una mención especial los muralistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, en una línea figurativa y didáctica que difunde una aseveración cultural nacionalista y unas manifestaciones políticas revolucionarias. Con posterioridad a 1945 los artistas se manifestaron más interesados por los estilos de la vanguardia internacional que por un mantenimiento de los estilos característicos de la nación, como muestra la obra pionera del uruguayo Joaquín Torres García (Compolugarn symétrique universelle en blanc et noir, 1931, Malba, Colección Costantini). Numerosos artistas se sintieron atraídos por Nueva York o París, como los venezolanos Marisol Escobar y Jesús Rafael Soto, destacado ejemplo del arte cinético. La pintura y la escultura latinoamericanas del siglo XX se han caracterizado por un continuo coloquio entre lo figurativo y lo abstracto, lo nacional y lo internacional. En los últimos tiempos, el arte latinoamericano ha conseguido una proyección internacional espectacular, como exhiben los triunfos comerciales del mexicano Rufino Tamayo, el chileno Roberto Matta Echaurren o el colombiano Fernando Botero (Los viudos, 1968, Malba, Colección Costantini). El artista chileno Roberto Matta es uno de los pintores más prominentes de su país por sus contactos con los mundos artísticos parisino y neoyorquino. Su obra suele incluirse dentro de la corriente surrealista, aunque igualmente hizo incursiones en el arte abstracto

Fuente original: Escuelapedia.com
A través de la integración de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales pueblos latinoamericanos, desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por hacer un arte ambiental que consiguiese comunicar un efecto monumental. Tras la conquista española, esta tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo incuestionable, especialmente a partir de 1950. Entre los ejemplos más espectaculares se hallan las universidades de México y Caracas y la ciudad de Brasilia (la nueva capital de Brasil), un primer símbolo del espíritu fidedigno del arte y arquitectura contemporáneas en Latinoamérica. México emerge como centro del mundo artístico latinoamericano en la primera mitad del siglo XX. Entre sus múltiples expresiones artísticas merecen una mención especial los muralistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, en una línea figurativa y didáctica que difunde una aseveración cultural nacionalista y unas manifestaciones políticas revolucionarias. Con posterioridad a 1945 los artistas se manifestaron más interesados por los estilos de la vanguardia internacional que por un mantenimiento de los estilos característicos de la nación, como muestra la obra pionera del uruguayo Joaquín Torres García (Compolugarn symétrique universelle en blanc et noir, 1931, Malba, Colección Costantini). Numerosos artistas se sintieron atraídos por Nueva York o París, como los venezolanos Marisol Escobar y Jesús Rafael Soto, destacado ejemplo del arte cinético. La pintura y la escultura latinoamericanas del siglo XX se han caracterizado por un continuo coloquio entre lo figurativo y lo abstracto, lo nacional y lo internacional. En los últimos tiempos, el arte latinoamericano ha conseguido una proyección internacional espectacular, como exhiben los triunfos comerciales del mexicano Rufino Tamayo, el chileno Roberto Matta Echaurren o el colombiano Fernando Botero (Los viudos, 1968, Malba, Colección Costantini). El artista chileno Roberto Matta es uno de los pintores más prominentes de su país por sus contactos con los mundos artísticos parisino y neoyorquino. Su obra suele incluirse dentro de la corriente surrealista, aunque igualmente hizo incursiones en el arte abstracto.

Fuente original: Escuelapedia.com
A través de la integración de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales pueblos latinoamericanos, desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por hacer un arte ambiental que consiguiese comunicar un efecto monumental. Tras la conquista española, esta tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo incuestionable, especialmente a partir de 1950. Entre los ejemplos más espectaculares se hallan las universidades de México y Caracas y la ciudad de Brasilia (la nueva capital de Brasil), un primer símbolo del espíritu fidedigno del arte y arquitectura contemporáneas en Latinoamérica. México emerge como centro del mundo artístico latinoamericano en la primera mitad del siglo XX. Entre sus múltiples expresiones artísticas merecen una mención especial los muralistas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, en una línea figurativa y didáctica que difunde una aseveración cultural nacionalista y unas manifestaciones políticas revolucionarias. Con posterioridad a 1945 los artistas se manifestaron más interesados por los estilos de la vanguardia internacional que por un mantenimiento de los estilos característicos de la nación, como muestra la obra pionera del uruguayo Joaquín Torres García (Compolugarn symétrique universelle en blanc et noir, 1931, Malba, Colección Costantini). Numerosos artistas se sintieron atraídos por Nueva York o París, como los venezolanos Marisol Escobar y Jesús Rafael Soto, destacado ejemplo del arte cinético. La pintura y la escultura latinoamericanas del siglo XX se han caracterizado por un continuo coloquio entre lo figurativo y lo abstracto, lo nacional y lo internacional. En los últimos tiempos, el arte latinoamericano ha conseguido una proyección internacional espectacular, como exhiben los triunfos comerciales del mexicano Rufino Tamayo, el chileno Roberto Matta Echaurren o el colombiano Fernando Botero (Los viudos, 1968, Malba, Colección Costantini). El artista chileno Roberto Matta es uno de los pintores más prominentes de su país por sus contactos con los mundos artísticos parisino y neoyorquino. Su obra suele incluirse dentro de la corriente surrealista, aunque igualmente hizo incursiones en el arte abstracto.

Fuente original: Escuelapedia.com

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